O al menos es lo que durante años muchos de nosotros hemos escuchado. Pero ¿realmente es así o es sólo mala fama?

Ahora que estamos aumentando el consumo de esta delicia, esta pregunta está más “en el candelero” que nunca. La realidad es que la mayor parte del fruto de la aceituna se compone grasas vegetales, que le confieren su mala fama, pero al igual que mucho de los alimentos saludables que consumimos, deberíamos ingerirlo en grandes cantidades para que el aporte calórico sea excesivo.

En nuestro caso, por cada 100 g de aceitunas estaremos ingiriendo entre 150 y 180 kcal, por tanto, como ejemplo podríamos decir que ¡¡unas 10 aceitunas nos aportarían alrededor de 40 Kcal!! Ya no nos parece tanto ¿verdad?  Y eso sin contar los incontables beneficios de los aportes nutricionales.

Siempre hemos escuchado lo maravilloso que resulta como alimento el aceite de oliva para el organismo, sin embargo poco se habla de que en realidad la aceituna, además de tener las mismas propiedades que el aceite obviamente, es un alimento mucho más completo ya que en el proceso de extracción del aceite se pierden muchos compuesto de alto valor nutricional.

Es fundamental recalcar que su contenido en grasas son del tipo poliinsaturadas como el omega-3 y omega-6. Estos ácidos grasos esenciales reducen el nivel de triglicéridos y azúcar en sangre, ayudan a bajar la presión arterial y a prevenir la diabetes.

Las aceitunas son ricas en vitamina A, antioxidantes y minerales como el magnesio, el sodio, fósforo y sobretodo potasio y calcio. Estas dos últimas favorecen la depuración intracelular, la eliminación de líquidos, nutren los huesos y actúan como relajantes musculares entre otras funciones.

Ayudan a prevenir las enfermedades cardiacas, por su contenido en hierro vienen muy bien para las personas que padecen anemia, favorece el correcto funcionamiento del sistema y es una fuente de fibra.

Por todo ello, no dejes de incluir en una dieta saludable tus aceitunas preferidas. A buen seguro tu organismo y tu paladar lo agradecerán.